LA PÓCIMA ¡Y consiguió escapar! Nadie diría que pudiera lograr tanta proeza, levantando orgulloso la cabeza y gozando la vida cada día. Aunque todo en el suelo se le hundía, no cedió a la presión ni a la tristeza, y elevando sus alas con destreza se lanzó al porvenir con osadía. Nada humilla o doblega a quien batalla y no tira la fe ni la toalla empapada de lluvia y de sudor. Todo baila feliz con su armonía mientras venda el dolor con la alegría de la pócima invicta del amor. Jesús María Bustelo Acevedo
EN LOS BRAZOS DE LA MADRE SONRÍE En los brazos de la madre sonríe con la luz que el sol nos da cada día, pues la verdadera y santa alegría la halla quien con lo materno se alíe. No permite que un eclipse lo enfríe, ni comprende su banal osadía, sólo siente la feraz poesía y en los brazos de la madre sonríe. Esa fuente de inmortal poderío que le ofrenda con amor la armonía de una diosa creadora que ríe lo libera de la muerte y el frío, y abrazando con amor cada día en los brazos de la madre sonríe. Jesús María Bustelo Acevedo
VIGILANTE COMO EL PAPA He sido vigilante, como el Papa, y sé que es complicada profesión, que puede presentarse algún ladrón y que la culpa es tuya si se escapa. Bien sé que no hay empleo en todo el mapa que exija más entrega y vocación que éste que vela por la población, protege al débil y al rufián atrapa. Como Francisco, he sido vigilante, que, si hoy vigila el alma de sus fieles, fue antaño de los cuerpos centinela. Y es una bendición bien importante que en discotecas, fábricas u hoteles esté el guardián que por nosotros vela. Jesús María Bustelo Acevedo
ERRABUNDO Como es de humanos errar, voy errando por el mundo sin que el hierro más profundo nadie me pueda clavar. Adelante tengo el mar, que abrazándome fecundo navego meditabundo con mis ansias de volar. Pero nunca me desvelo si mi destino se troca, que soy frío como el hielo, compacto como la roca y arrogante como el vuelo que en el Cielo desemboca. Jesús María Bustelo Acevedo