LA VIRGEN
Señora de la Paz y la Esperanza,
inmaculadamente concebida,
verdad inmarcesible, fe en la vida,
gracia de Dios que a disfrutar se alcanza.
Gozo sin condición, que canta y danza
en el salto triunfal y en la caída,
en la lucha ganada y la perdida,
y a la par Don Quijote y Sancho Panza.
No aguardes más al príncipe celeste,
y da luz a tu rey, dásela a este
de tu belleza lúdico cantor,
lo mismo que él te entrega, Andalucía,
la suya iluminando tu alegría,
donde también se encuentra tu dolor.
Jesús María Bustelo Acevedo
